Plantas forrajeras – Gramíneas

Dentro del reino vegetal, una de las primeras divisiones en su taxonomía se da entre las gramíneas y las leguminosas. Ambas comprenden varias especies de gran importancia para el rubro ganadero.

Las gramíneas son las plantas que vulgarmente conocemos como “pastos”. Son plantas que tienen raíz fasciculada y lo más determinante a la vista es que tienen en sus hojas las nervaduras de manera paralela, lo que se conoce botánicamente como paralelinervadas.

Una característica muy importante en este grupo es que presentan macollos a diferencia de las leguminosas. Los macollos son brotes que generan nuevas plantas desde la parte basal y es uno de los métodos de propagación vegetativa que presentan las gramíneas.

De estos macollos surgen nuevas raíces, hojas y a su vez, nuevos macollos. Cada uno ellos está formado por un ápice que se encuentra en la parte basal, quien se ocupa de la generación de las hojas y yemas. Estas nuevas hojas van creciendo de manera alternada, con cierto orden, lo que le da lugar a que las mas nuevas siempre estén en la parte de arriba de la planta. Esto es una característica clave que repercute directamente en la forma en la que se las pastorean.

En la base de las raíces y los macollos es donde están las sustancias de reserva que sirven para generar el rebrote.

El ciclo productivo se divide en dos etapas que se encuentras claramente marcadas, la etapa vegetativa y la etapa reproductiva.

La etapa vegetativa es aquella en la que la planta se dedica principalmente a generar estos macollos y hojas para tener una buena capacidad fotosintética y entrar a la etapa reproductiva o de floración en buenas condiciones para poder cubrir las necesidades que este momento requiere.

Cuando las condiciones ambientales están dadas, y se entra en la etapa reproductiva, el ápice comienza a mutar hacia una inflorescencia y empieza a elongar hacia arriba, conociéndose como encañazon.

En este momento el foco está en la inflorescencia, lo que hace que cese la producción de hojas y macollos, alargándose los entrenudos del tallo.

Es en esta etapa cuando el manejo es clave, ya que aumenta notablemente la palatabilidad, la digestibilidad y la producción de fibra por parte de las gramíneas. Cuanto más “pasada” esta, menos calidad nutricional tienen estos pastos.

Cuando las pasturas conformadas por este grupo taxonómico son cosechadas, sin importar si fue a diente, por parte de los animales o cortada para hacer rollo, los mecanismos que usan para rebrotar son por medio del remanente, por reservas que acumularon previamente o por una conjugación de las dos.

El remanente es lo que queda de material después de haber sido pastoreado, son hojas fotosintéticamente activas que ayudan a rebrotar.

La intensidad, es decir, hasta donde se la comió, el remanente que se dejo, puede afectar a la fuerza de rebrote.

Al igual que todas las plantas forrajeras, una frecuencia de pastoreo alta, hace que no pueda acumular las suficientes reservas para rebrotar y que su vida útil disminuya.

Por otro lado, es importante que sean comidas o cortadas, ya que este tipo de plantas tienen como máximo 3 hojas productivas. Es decir, cuando empieza a crecer la cuarta hoja, la planta va desprender la primera. Hay que tener en cuenta que perder hojas, es perder las posibilidad de convertirla en carne o leche.

La capacidad que tienen las gramíneas de macollar es una de las condiciones más importantes que tienen ya que es lo que le garantiza que puedan ser competitivas y perdurar en el tiempo en conjunto con otras especies.

Es por eso que es muy importante cuidar a los macollos y propiciar las condiciones para que estos se expresen.

En gramíneas de ciclo OIP (otoño-invierno-primavera) el otoño es la estación más favorable para que se produzcan macollos.

La luz solar es un estimulo para que la planta macolle, es por eso que un “despunte”, es decir, que se haga una cosecha liviana para que le incida la radiación a la base, es una buena estrategia para estimular el macollaje.

Como se comentaba anteriormente, periodos excesivos de no pastoreo, además de afectar a la eficiencia del uso del pasto, hace que todo ese material excesivo genere un sombreado y no le llegue la luz a la base para que la planta se vea estimulada a macollar.

Hay que tener en cuenta que dependiendo la época, las gramíneas soportan estos pastoreos de bajo remanente. En el otoño se las puede pastorear fuerte a diferencia del verano. Al ser cosechada al ras, en el otoño la incidencia solar es tolerable y el macollaje es estimulado, mientras que en el verano, el exceso de temperatura puede llegar a ocasionar la muerte de estos.

Después de los pastoreos, si se cosecha más del 50 % de la parte aérea las raíces dejan de crecer para traslocar reservas para ayudar al rebrote, mientras que cuando es pastoreada levemente y no se le saca más del 40 % las raíces siguen desarrollándose con normalidad.

A la hora de elegir la gramínea que uno quiere sembrar se debe tener en cuenta el ambiente (suelo y clima) y la finalidad que le queremos dar a esa pastura (si es para semilla, para pastorearla o para simplemente generar rollos o fardos). Dependiendo que sistema de producción se tiene va a ser la elección de las especies, ya que los requerimientos nutricionales de cada categoría no son los mismos.

Otro aspecto a tener en cuenta es en qué época queremos que ese pasto nos esté produciendo la mayor cantidad de materia seca; si se quieren cultivos que tengan ciclos de otoño, invierno, ,primavera o primavera, verano.

También va a depender si el lote es una loma, media loma o si es un bajo dulce o alcalino.

Las especies que se recomiendan para las lomas son la cebadilla y el pasto ovillo. La festuca es una especie que suele sembrárselas en las medias lomas, mientras que al agropiro, una especie más bien rustica y de baja calidad, se lo suele sembrar en los bajos.

Autor:

Piero Montelli

Director Gr-Global | Productor Ganadero

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