A la hora de pensar en los forrajes y su calidad, además de todos los atributos que el mismo debe tener para poder nombrarlo si es de calidad o no, lo que se debe pensar al final del día, es que energía aporta, cuantas mega calorías está aportando y que porcentaje de la dieta necesaria diaria del animal está cubriendo.
Principalmente lo primero en lo cual se piensa para que el forraje sea aprovechado es en la digestibilidad, que es ni más ni menos la cantidad aprovechada de cada bocado que se consume. La cantidad aprovechada hace referencia a cuánto de lo que comió el animal es convertido en el producto que uno está produciendo, a lo que tiene el valor de nuestra producción, lo que vamos a vender, por lo que nos van a pagar.
Si bien todas las especies forrajeras tienen diferente porcentaje de digestibilidad, y es una cualidad propia de cada una de las especies, también el estado fenológico de cada una de ellas va a atribuirle la calidad de la digestibilidad.
Cuanto más pasada esté una pastura, mayor es su contenido de lignina y por ende, decae considerablemente la digestibilidad.
Los vacunos por poseer rumen tienen la posibilidad y la capacidad de poder digerir esa lignina en cierta parte, pero lo que sucede con la presencia de la misma, es que los animales tengan que hacer un trabajo mucho más arduo para poder aprovechar el alimento, lo que va a hacer que, a priori, se aprovechen menos los nutrientes que posee la planta por que la digestibilidad justamente es baja, y también lo que va a suceder es que a los animales no les de tantas ganas, debido a lo laborioso, de comer ese forraje, haciendo que haya una considerable baja en el consumo voluntario, el cual va a repercutir directamente en la producción individual.
Es de fácil pensar, que cuanto menos se come, y de menor calidad es un alimento que come un animal, menor va a ser su producción, y en consecuencia, menos rentable.
Dependiendo del momento en el cual se encuentre el rodeo y el tipo de producción que uno esté haciendo va a depender los requisitos o la necesidad de proteína que tienen los animales con respecto a la dieta. Cuando las vacas le están dando de mamar a un ternero, es el momento en el cual mayores requerimientos respecto a la proteína tienen, rondando su necesidad en un promedio de un quince por ciento.
Los animales que se encuentran en una situación de engorde necesitan menos proteína en su dieta, la cual debe estar compuesta con un doce por ciento de proteína por lo menos. Por último, el momento en el cual menos se requiere que la dieta sea alta en proteína es cuando los animales se encuentran en un momento en el cual necesitan mantener su estado corporal. Un nueve por ciento de proteína en la composición de la dieta, es bueno para los bovinos que se encuentran en esta situación.
Con respecto a la proteína degradable, el porcentaje de la misma no es una factor que limita a la hora de pensar en pastos que se encuentran en estado verde, pero sí lo es en el caso de que los animales estén rastrojeando o estén consumiendo algún diferido que se encuentra seco, como también en el caso de los rollos o de los fardos.
Cuando el animal consume una dieta que tiene menos proteína de la que necesita, lo que sucede es que baja considerablemente la velocidad en la cual digiere el alimento, haciendo que ese pasto se encuentre en el rumen durante más tiempo y tenga un impacto directo en una reducción de la cantidad de forraje que el animal va a comer, debido a que baja su consumo voluntario.
Esto se soluciona brindándole al animal dentro de la dieta algún suplemento proteico, que haga que la fermentación dentro del rumen aumenta en cuanto a velocidad, haciendo que también lo haga la digestión del alimento que está consumiendo y por ende, aumente el consumo voluntario.
Este mismo efecto sucede, cuando las vacas consumen una pastura que se encuentra en pie, que está compuesta por una alta cantidad de leguminosas, con un alto porcentaje de proteína, o mismo por algún verdeo que se lo haya manejado de una buena manera, debido justamente a esa alta oferta de proteína en cada bocado que la vaca da.
Entendiendo esto, cuando la base de las pasturas que uno tiene y que se le está dando a los animales es a base principalmente de gramíneas, como puede ser el caso de la moha o del mijo, si uno se las presenta en conjunto con alguna leguminosa como puede ser, principalmente la alfalfa, el aprovechamiento de la misma va a ser mucho mejor como así también la tasa de conversión de kilos de materia seca consumida a kilos de carne producidos.
Los rollos de alfalfa que tienen muy buena calidad y alto contenido proteico son una muy buena alternativa a la hora de darlos como suplemento en los inviernos donde el pasto escasea no solo en cantidad sino que también en calidad, ya que cada bocado le va a dar la suficiente cantidad de nutrientes para que puedan cumplir con sus necesidades metabólicas. Esto se incrementa en los casos en donde los requerimientos de los animales están en aumento, como es el caso de los terneros que están en pleno desarrollo y de las vacas que están dando de mamar, y hasta a veces, también, gestado otro ternero a la par y en simultáneo.
Los rollos que son simplemente de gramíneas que tienen un bajo contenido de proteína, si bien van a ser una gran herramienta para poder pasar el invierno, van a necesitar el empujón de algún suplemento que justamente complemente esa falencia de proteína para que pueda el animal cumplir con sus necesidades y a su vez, poder aprovechar correctamente lo que la gramínea le otorga, debido a lo nombrado anteriormente de la limitante que genera la ausencia de proteína en la dieta.
Autor:
Director Gr-Global | Productor Ganadero
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