Como toda planta que pertenece al reino vegetal, las pasturas son absolutamente dependientes del factor sol. Cuando todos los requisitos que tiene el forraje son satisfechos, como son la temperatura, los nutrientes y la humedad suficiente, la variable que manda a la hora de crecer, es la luz solar.
Cuando una pastura es pastoreada por un animal o cortada por una máquina, el crecimiento luego de ellos es muy despacio y lento en el tiempo. Cuando tiene un tamaño suficiente, luego de su lento crecimiento, aparecen más hojas, y el crecimiento va aumentando de manera exponencial. Esto se debe a que aumenta el área de la planta, que es capaz de intervenir y captar más a la luz solar, ya que tiene un mayor IAF. El IAF es el índice de área foliar, y haciendo la analogía con los paneles solares, donde las hojas son los paneles, cuanto más paneles solares hay, más capacidad de captar energía hay.
Para poder determinar el Índice de Área Foliar, que es un número que se expresa en porcentaje, lo que se hace es comparar qué superficie del suelo, está cubierta por la hoja. Es decir, cuánto suelo queda descubierto, entrándole e incidiendo la luz, sin que pueda ser captada por las hojas.
Esto tiene cierta limitante, no es que cada hoja aumenta de manera equitativa la captación de luz solar, ya que, algunas crecen por encima de otras, lo cual genera cierto sombreado, limitando a las plantas a la hora de captar luz y hacer la fotosíntesis.
Lo que se busca en la producción de pasturas es tener la mayor cantidad de cobertura de hojas posible, por varios motivos. Primero que nada la hoja es el principal insumo que se busca en este tipo producciones pastoriles y es el que va a ser convertido en carne, que es el producto por el cual uno se va a encontrar remunerando, luego por qué esa misma hoja es la que va a ser capaz de captar luz solar, haciendo fotosíntesis, y luego, esa misma hoja lo que va a hacer es que se cubra el suelo de la radiación solar generando varios beneficios. El principal beneficio es para ella misma, generando la imposibilidad de crecimiento a otras plantas, para que no tengan acceso a la luz solar, evitando la competencia por los nutrientes del suelo.
El suelo al no recibir luz solar directa lo que se consigue es que no haya un exceso de evaporación del agua, siendo más eficiente en el uso de la misma. A su vez, la radiación solar, aumenta excesivamente la temperatura del suelo, haciendo que en ciertos casos esto no sea beneficioso y tenga un impacto negativo en la productividad de la pastura.
Dependiendo la época del año este beneficio tiene mayor o menor impacto. En los tiempos invernales, en donde los días son más cortos, y la radiación solar menor, con días de menor temperatura y más bien nublados, este beneficio no es tan valorado, mientras que en los periodos estivales, donde las condiciones son absolutamente contrarias al invierno, con días largos de altas temperaturas y de gran incidencia solar, la cobertura es un factor clave para cuidar la humedad y la temperatura del suelo, y en consecuencia, la productividad de la pastura.
Esto no quiere decir que se busque tener pasturas de un alto porte, ya que como en todo, los extremos no son buenos. Si bien para el asunto de la cobertura, la altura y volumen es bueno, para la productividad de ciertas especies no lo es.
Las pasturas por lo general, tienden a ser polifíticas. Esto quiere decir que está compuesta por más de una especie. Monofiléticas, son aquellas pasturas que están compuestas solamente por una sola especie, y tienden a ser verdeos en donde el ciclo productivo es solamente uno.
Cuando se siembran las pasturas polifíticas lo que se busca es que exista una suerte de asociación y consociación entre ellas mismas, en donde cada una beneficie a la otra. Para que esto suceda siempre se siembran especies que son monocotiledóneas y especies dicotiledóneas.
Cada una de ellas tiene ciertas particularidades y cualidades, siendo diferente, entre otras cosas, su porte. Algunas son más rastreras que otras, como así también algunas más erectas que otras.
Por este mismo motivo, es que no es bueno que la pastura tenga mucha altura, ya que las especies que son muy altas, van a generar el sombreado a las plantas de porte más bien rastrero, eliminandolas o haciendo que produzcan muy poco, perdiendo el beneficio por el cual se sembraron las mismas.
En el caso de las gramíneas que tienen la capacidad de macollar, la incidencia de la luz en los macollos es clave. Cuando la luz llega a los macollos, la misma actúa como un catalizador para la producción de los mismos. Es por eso que también el manejo de la estructura y arquitectura de la planta es clave para que la luz llegue a los lugares claves de la planta y juegue su rol fundamental.
Esto no quiere decir que en el caso de las gramíneas, que son las que macollan, se deba tener siempre los macollos a la vista y mismo cuando son cubiertos cortarla, tanto a diente como a máquina, para que la luz llegue al propio macollo.
Es muy importante tener en cuenta que muchas especies además de crecer a causa de la fotosíntesis de las hojas que tiene en pie, también crecen de lo que se conoce como reserva.
La planta cuando crece, al principio lo hace por medio de la reserva de sus cotiledones. Luego cuando sale su primera hoja verdadera, va a comenzar a hacer fotosíntesis y generar el alimento que necesita para crecer, siempre y cuando tenga las condiciones dadas.
Una vez logrado el porte necesario, va a trasladar nutrientes a su órgano de reserva, para que luego de ser cortada pueda crecer a través de estas reservas, y así seguir su ciclo.
Es por eso que se debe tener en cuenta el área foliar como primer medida, y después los beneficios de la misma, que fueron nombrados anteriormente.
Autor:
Director Gr-Global | Productor Ganadero
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