Lo que se conoce como Cría Bovina Intensiva, por sus siglas CBI, es una práctica o una manera de hacer ganadería, donde la producción se hace de una manera intensiva pero siempre respetando el medio ambiente y las leyes naturales. Este tipo de manejos tienden a expresar su potencial en los mejores suelos, que son los que se los suelen usar para agricultura.
Esto sucede básicamente porque son zonas donde crece el pasto tanto en calidad como en cantidad durante todo el año y hace que la carga animal sea alta, y que esto retroalimenta al sistema.
Este sistema tiene como pilar principal o como recurso principal las especies forrajeras que tienen un hábito de crecimiento perenne, ya sean gramíneas o leguminosas.
Estas zonas de gran aptitud agrícola permiten que se manejan altas cargas en los periodos de máxima producción, como es la primavera y el otoño y que pueda manejarse una carga relativamente alta en los periodos de invierno en donde los requerimientos de la vaca bajan comparado a la primavera ya que en ese periodo se encuentran secas.
En las zonas en donde los suelos o el clima no son los de mayor calidad y no acompaña a tener los mejores rendimientos y poder sembrar pasturas de alto poder genético, la carga animal va a estar determinada básicamente por las especies naturales que se encuentren en el lugar.
Si bien cualquier establecimiento está en condiciones de poder empezar un sistema productivo de cría bovina intensiva, hay algunas cuestiones que deben tenerse en cuenta.
Cuando se decide cambiar de forma productiva se debe tener en cuenta que uno está trabajando en un entorno natural, donde los tiempos son lentos y los cambios deben ser graduales y criteriosos. Tanto la superficie a destinar como la carga es una de las cuestiones más importantes a determinar cuando uno empieza, ya que deben estar acompañadas de un buen gerenciamiento.
Los cambios en estos sistemas son lentos, como también el retorno económico, es por eso que se debe tener mucho cuidado a la hora de hacer los planteos productivos. Son manejos que tienen objetivos a largo plazo donde se busca la estabilidad a largo plazo más que la rentabilidad en el corto.
Además, crecer de esta manera, hace que los errores que se cometan no sean drásticos y que sirvan más bien como errores a mejorar en la siguiente etapa de crecimiento.
Se debe tener en cuenta y conocer muy bien el ambiente en el que uno está planteando el sistema ya que va a ser la primer limitante a la hora de elegir el planteo, las especies, la superficie, la carga etc.
Cuando se habla del ambiente en el cual se va a ejecutar el sistema, no solo se está teniendo en cuenta las cuestiones naturales del suelo y de clima, sino que también se hace referencia al ambiente laboral, la mano de obra que va a ejecutar las acciones que se toman a niveles administrativos. A veces, esta es una de las mayores limitantes, no sirve tener buenas ideas si no son capaces de llevarse a cabo.
En cuanto al tipo de animales que uno va a utilizar para producir en un sistema intensivo, es importante elegir correctamente el biotipo del mismo, buscando los animales que mas estén adaptados a la zona y puedan hacerle frente a las adversidades que el mismo presenta.
Se deben elegir razas o cruzas que permitan una buena carga animal por hectárea sin descender a los índices productivos como pueden ser el porcentaje de preñez, de parición y de destete. Como así también la posibilidad de que sean animales que tengan buena salud, con vacas que tengan un buen parto sin que tengan la necesidad de ser asistidas. Básicamente, que sean animales que se críen solos pero que tengan buena productividad.
Cuando ya se definió qué tipo de vacas uno va a tener en el establecimiento, lo que le sigue es definir con qué toro uno va a servir esas vacas; como quiere seguir mejorando su rodeo y que aspectos genéticos quiere resaltar.
Para esto es clave y fundamental determinar de manera previa el objetivo productivo que uno tiene y definir de manera clara cuál es el norte que uno quiere perseguir, para poder tomar las decisiones correctas.
Hoy en día con la tecnología que existe no solo para poder preñar las vacas con un toro que no es propio, como por ejemplo por medio de las inseminaciones artificiales, sino que también con la tecnología que hay para poder conocer las cualidades de cada uno de los toros que están prestando servicio por medio de su semen, como por ejemplo, peso al nacer, una cualidad muy buscada, es que se puede mejorar el rodeo de una manera relativamente rápida.
Como se mejoró notablemente en la genética de los animales y de los toros reproductores, también se avanzó muchísimo en lo que a las pasturas respecta. Hoy existen muchas variedades de cada una de las especies forrajeras que se adaptan perfectamente a cada uno de los ambientes que hay en nuestro país.
La mejora genética no sólo permitió explotar y potenciar las zonas de mayor productividad sino que también se trabajó mucho en variedades que puedan ser sembradas en zonas marginales, en donde solo se podía producir con pastos nativos de mala calidad, en donde ahora se pueden introducir estas especies y generar una mayor productividad de materia seca, y en consecuencia, mejorar los rindes productivos del establecimiento.
Con todos estos factores sobre la mesa, y definidos, como son conocer a la perfección el ambiente en el que uno está trabajando, tanto climático como laboral, las razas de vacas que van a estar en el campo, los toros que van a preñarlas y las pasturas que van a ser pastoreadas por esos animales, uno puede empezar, o está en condiciones, de armar la arquitectura y los planes de pastoreo y calendarios sanitarios para comenzar un correcto manejo de cría bovina intensiva.
Autor:
Director Gr-Global | Productor Ganadero
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