Cuando las vacas pastorean en las pasturas se generan sinergias claras entre el suelo, la planta y el animal

Es sabido que en la argentina predominan los campos con grandes extensiones pastoriles donde se produce la mejor carne, según los consumidores, del mundo. Si bien es un concepto muy escuchado el de “carne producida a pasto”  muy poco se sabe de lo que sucede puertas adentro y los efectos que estos sistemas pastoriles tienen en los campos argentinos.

Los principales actores naturales que actúan en esta producción son el suelo, la planta y el animal, los cuales están influenciados por el clima y por la mano del hombre. Existe una sinergia muy fuerte y estrecha entre los mismos.

Es un ciclo biológico muy complicado el cual surge cuando la rueda productiva empieza a girar y es uno de los más difíciles de manejar de manera eficiente en todos sus eslabones. Es decir, sacarle el mayor jugo posible tanto al suelo, como a la planta y al animal.

Cada uno de ellos tiene un rol en este ciclo. El suelo le da a las plantas las herramientas necesarias para desarrollarse como es el agua, los nutrientes y el espacio de sostén para poder estabilizarse. Esto no significa que siempre el suelo le de las condiciones favorables a las plantas para que se desarrollen, ya que hay muchos tipos de suelos respecto a su estructura, textura y composición mineral.

Por otro lado, la planta además de ser alimento para el animal, también lo es para el suelo. En algunos casos, algunas plantas, como las leguminosas, tienen la capacidad de, por medio de sus nódulos, fijar nitrógeno del aire y acumularlo en el suelo para que luego esté disponible para otras plantas. Cuando estas plantas hacen fotosíntesis y convierten esos nutrientes que el suelo le dio, generan materia orgánica, que cuando mueren, es devuelta al suelo, por medio de sus raíces, tallos y hojas.

Como se comentaba anteriormente, el pasto le da los nutrientes necesarios a las vacas para que puedan alimentarse y reproducirse de manera correcta, y en contrapartida, los efectos que las vacas generan a la hora de consumirlo son beneficiosos tanto para la planta como para el suelo, siempre y cuando se respeten los procesos y tiempos naturales.

Cuando el animal entra a comer una pastura tiene un efecto tanto mecánico como químico, sobre el suelo y sobre la planta. No nos debemos olvidar que la vaca es un animal que tiene en promedio 500 kilos de peso y que se reparten a la hora de accionar sobre el suelo, en 4 patas, que a su vez, se bifurcan en la pezuña.

Esto indefectiblemente tiene un efecto directo sobre el suelo, en ocasiones bueno, y en otras ocasiones malo. Cuando el tiempo de pastoreo en un mismo lugar es largo y sobre el suelo completamente desnudo sin nada de vegetación que lo amortigüe, el efecto es malo generando compactación, quitándole capacidad de infiltración y exploración de las raíces por parte de la planta.

Cuando la vegetación abunda, y el tiempo de ocupación es el suficiente, el efecto es positivo ya que genera una suerte de masaje superficial al suelo que ayuda a mejorar las condiciones para que la pastura crezca luego del pastoreo.

A lo nombrado anteriormente se lo conoce como pisoteo o efecto animal, y como se comentaba, esto impacta directamente tanto en la planta como en el suelo. Vale destacar que hay algunas especies pastoriles que tienen mayor resistencia a este efecto como también, algunos suelos.

Los pastos que tienen estolones o rizomas con un hábito de crecimiento paralelo al suelo o rastrero como se las conoce, tienden a ser las especies que menos son afectadas cuando el tiempo de permanencia de los animales es largo.

Las condiciones en las cuales se encuentra el ambiente a la hora de los pastoreos, también influye en cómo impacta el pisoteo animal. No es lo mismo cuando se entra a pastorear a un lote que está sin agua y hay un clima seco, soleado, que a un lote que está encharcado, que está lloviendo y que permanece nublado por un tiempo prolongado, donde el suelo no se orea.

Los efectos se agudizan cuando las temperaturas son muy bajas generando heladas. En ese momento la planta pisoteada, a causa de su dureza y pérdida de flexibilidad, sufre mucho el efecto animal. En estos casos lo que se suele hacer es encerrar a la hacienda durante la noche en los corrales para que pasen la noche ahí y al otro día, cuando se levantó la helada, largarlos en el lote para que coman cuando la helada ya no está.

Los resultados sobre el suelo por parte del animal también pueden ser negativos. Un continuo pisoteo sobre el mismo lugar, va a generar lo que se conoce como compactación y disminución del tamaño de los poros que el suelo tiene a modo de canales para infiltrar agua e intercambiar gases. Cuando esto pasa, además de lavarse el suelo cuando llueve, porque el agua corre y cuando fluye se lleva nutrientes, también lo que hace es limitar la productividad del pasto ya que por un lado no tiene la capacidad física para poder explorar con sus raíces ya que el suelo está duro, compactado, y por otro lado, porque los nutrientes no están disponibles para ella.

Los rendimientos pueden mermar más del 40 % cuando se compara un suelo que no está compactado, con el mismo suelo que tiene una tasa de compactación alta. Por supuesto que el tipo de animal, peso y manejo afecta o agudiza esto.

La cobertura de las plantas por sobre el suelo es una variable muy importante que actúa en esta sinergia planta, suelo, animal. Por un lado cuando el suelo tiene una muy buena cobertura, este mismo material genera un efecto amortiguador para que justamente no suceda todo lo nombrado anteriormente y por otro lado, genera un ambiente que hace que el sol no le dé directo y genere una suerte de mineralización de los nutrientes y pérdida de agua por transpiración.

Autor:

Piero Montelli

Director Gr-Global | Productor Ganadero

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