Se encuentran distintas definiciones del término crecimiento. La primera de ellas, planteada por Hammond en 1960, lo expresa como la suba de peso que experimenta un animal desde el nacimiento hasta su estabilización en la edad adulta. Hornick et al en 2000, lo plantean como el proceso que resulta de la respuesta celular al estado endócrino y a la disponibilidad de nutrientes. En ambos casos, refieren a cambios internos y su manifestación.
La curva de crecimiento desde el nacimiento hasta la edad adulta representa una forma sigmóidea. Presenta una fase de crecimiento moderado al inicio, una fase de aceleración y, finalmente una etapa de menor crecimiento y estabilización.
El desarrollo implica cambios en la forma y en la composición, que resultan de un crecimiento diferencias de las partes que componen el cuerpo.
El nivel de nutrición determina la partición de los nutrientes a los distintos tejidos y procesos. En niveles nutricionales altos se registran incrementos en la circulación de nutrientes entre el sistema nervioso, el tejido óseo, músculo y grasa y procesos como la gestación. En cambio, con bajos niveles nutricionales se registran menores circulaciones entre sistema nervioso y tejido óseo, mientras que se ve disminuidos los procesos fisiológicos como la gestación, se registra disminución de grasa y supresión de la síntesis de músculo.
Jerarquía del desarrollo
El desarrollo presenta un orden de jerarquía tanto para las regiones del cuerpo, tejidos, óseo y grasa. En el caso de las regiones en orden decreciente el desarrollo es cabeza, cuello, miembros y lomo. En los tejidos, el orden es tejido nervioso, tejido óseo, tejido muscular y tejido adiposo. En el caso de los huesos se desarrolla primero la caña, seguida por tibia, fémur y pelvis. Finalmente, la deposición de tejido graso ocurre de la siguiente manera: interna, intermuscular, subcutánea e intramuscular. Este último grupo de tejido se compone con las proporciones mencionadas a continuación: grasa interna 18%, grasa entre músculos 42%, grasa subcutánea 30% y grasa intramuscular, 10%.
Con la edad del animal se observan cambios en la composición de los tejidos. En el siguiente cuadro se expresa la composición en proporción de tejidos de acuerdo a la suba de edad expresada en meses.
Edad | Hueso (%) | Músculo (%) | Grasa (%) |
3 meses | 26 | 67 | 7 |
8 meses | 18 | 66 | 16 |
33 meses | 13 | 49 | 38 |
39 meses | 10 | 47 | 43 |
Del cuadro anterior se desprende que la relación de los tejidos con respecto al peso vivo también presenta variaciones. Por ejemplo, al destete (200 kg) la proporción músculo/grasa/hueso es de 63%, 20% y 17%, respectivamente. Para un peso vivo de 450 kg la misma distribución de los tejidos músculo/grasa/hueso es de 58%, 28% y 14%. A su vez, la proporción entre músculo y grasa también se modifica encontrando las siguientes relaciones entre los pesos al nacimiento y 160 kg es de 4,4:1; entre 161 kg y 400 kg es de 28:1 y, entre 401 y 500, esta relación es de 2,0:1.
Con la edad del animar también se registran desarrollos en los pre estómagos y el estómago verdadero del animal. Prácticamente hasta la semana 17 (a partir del nacimiento) la tasa de crecimiento del omaso y abomaso es baja, llegando a pesar en este momento alrededor de 0,5 kg cada uno. A partir de esta semana la tasa se incrementa llegando a pesar el omaso alrededor de 2 kg, mientras que el abomaso llega a un peso de 1 kg. En cuanto a la tendencia de la proporción que los estómagos representan sobre el peso corporal se puede generalizar que, a mayor edad aumenta la proporción de retículo rumen, aumenta la proporción del omaso y disminuye la proporción de abomaso. A los fines de hacer gráficas esta variación se menciona que en el primer mes de vida y considerando un peso corporal de 32,6 kg, la proporción de retículo rumen, omaso y abomaso es de 55%, 11% y 34%, respectivamente. Para una edad de 17 semanas y un peso corporal de 76,3 kg la proporción de retículo rumen, omaso y abomaso es de 68%,18% y 14%.
En lo referido al desarrollo funcional del rumen, se considera que el mismo pasa por tres fases claramente delimitadas. Fase de no rumiante, entre las 0 y las 4 semanas, fase de transición entre las 4 y 10 semanas y fase de rumiante, por encima de las 12 semanas de edad. El conocimiento de estas fases es de suma importancia para los programas de manejo en los que se anticipan los destetes y se busca un desarrollo de las papilas. La producción de AGV en terneros que consumen alimento sólido sería aparentemente suficiente para el desarrollo de la mucosa. A su vez, la utilización de dietas lácteas únicamente, detienen el desarrollo de las papilas ruminales. Comparando el desarrollo de las papilas ruminales de la dieta láctea en contraposición con el desarrollo de papilas ruminales para dieta sólida, se observa que en el primer caso las papilas son más cortas, tienen mayor cantidad por metro y un color claro.
Conclusión
Es posible hacer eficiente el sistema (cría, recría e invernada), aplicando manejo nutricional sobre los animales en las primeras semanas.
El plano nutricional y su mantenimiento en el tiempo asegura un resultado eficiente.
Autor:
Director Gr-Global | Productor Ganadero
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