Consideraciones para silajes de pasturas. 

A la hora de hablar de silaje de pasturas es importante remarcar que el objetivo es lograr un alimento que contenga una alta digestibilidad, buen contenido de fibra, alta tasa de consumo y una concentración de proteína que complemente a los aportes de energía del resto de los alimentos que componen la dieta. Las estrategias que se implementen con el cultivo a ensilar determinarán la calidad del forraje conservado. 

A la hora de ensilar pasturas puede elegirse una gran variedad de especies. Las más habituales son las pasturas consociadas de leguminosas y gramíneas, alfalfa pura y raigrás. También se realiza ensilaje de verdeos de invierno y verano, aunque estos últimos se relacionan más con un silaje energético que proteico.

El silaje de alfalfa es uno de los que mayor proporción ocupa dentro de las hectáreas destinadas a ensilaje. Este se considera una muy buena fuente de fibra y fuente de proteína (tanto proteína verdadera como nitrógeno no proteico). En contraposición a esta calidad, se encuentra que estos materiales no presentan buenos niveles de azúcar fermentables y de carbohidratos por lo que necesariamente deben ser suplementados con estos nutrientes. 

Su uso es apropiado en una variada cantidad de situaciones como por ejemplo cuando las condiciones climáticas no permiten el pastoreo directo, para evitar rotura de piso y pérdida de plantas. También se recomienda como un alimento para integrarlo a las dietas en las que una proporción importante está representada por silaje de maíz o sorgo. En sistemas basados en pastoreo de recursos compuestos predominantemente por gramíneas, constituye una excelente opción a los fines de proveer proteína especialmente en verano que es cuando se registran limitaciones por ese nutriente.  

Finalmente, si bien es un recurso caro para tal finalidad exclusivamente, este forraje puede ser utilizado como una fuente de FDN efectiva si el tamaño de picado es mayor a 2 cm. Máxime si la humedad se encuentra en alrededor de un 55%.

Calidad del silo y época del año

La época de confección del silaje determina en gran parte la calidad final del mismo. Para lograr una buena fermentación del material y, por ende, una estabilización del silo, la época recomendada es entre octubre y noviembre. Durante estos meses la concentración de azúcares es elevada y las condiciones ambientales favorecen el desarrollo de bacterias ácido lácticas. En contraposición, en la época de verano (diciembre, enero y febrero), los silos confeccionados presentan una menor calidad. Principalmente, debido a las temperaturas, se produce un secado rápido del material picado. Esto reduce su capacidad de fermentación debido a que, si bien hay bajo consumo de azúcares, el tiempo no es suficiente para el correcto desarrollo de las bacterias. 

En el otoño se registran los silos de peor calidad ya que se combina un bajo contenido de azúcares, lluvias frecuentes que aportan humedad al material y bajas temperaturas. La combinación de estos factores impide el buen desarrollo bacteriano.  

Si bien a la hora de realizar un silo de gramíneas estos factores tienen menor incidencia debido a su mayor contenido de azúcares que promueve una buena fermentación aun en condiciones más desfavorables, deben ser considerados para la planificación de las tareas y su correspondencia con los objetivos productivos. 

Para el caso de las leguminosas, el mayor contenido de proteína puede presentar un inconveniente a la hora de lograr buenos procesos para la conservación mediante este método. Las proteínas juegan un rol de regulador tipo buffer lo que dificulta la acidificación a lo que se suma que, por el bajo contenido de azúcares mencionado anteriormente, la multiplicación de los microorganismos que actúan en la fermentación se vea afectada.  

Aspectos a tener en cuenta para obtener calidad

Entre los factores que se consideran fundamentales para obtener un silo con buenas características se mencionan:

  • Elección del lote: idealmente debería realizarse sobre una pastura nueva que presente un adecuado stand de individuos junto con volúmenes de materia seca elevados. De esta manera se contará con densidades mayores de forraje en la andana sin necesidad de utilizar rastrillos que incorporen tierra al material, lo que puede acarrear contaminaciones y fermentaciones indeseables. 
  • Momento de corte: se busca la coincidencia del mayor volumen con la mejor calidad. Estos parámetros, si bien suelen ser contrarios, (a mayor volumen aumenta la proporción de tejidos de sostén y disminuye la de hojas, así como su digestibilidad) presentan momentos de encuentro.  Es importante conocer para cada especie cómo se presenta la relación calidad/volumen más favorable.  
  • Contenido de humedad al momento del picado: Altos contenidos de humedad resultan en mayores emisiones de efluentes. Forrajes picados con materia seca inferiores al 15% produce alrededor de 180 litros de efluente por tonelada. Con porcentajes de materia seca de 25%, la cantidad de efluentes se reduce considerablemente, encontrando entre 20 y 75 litros por tonelada. El contenido de materia seca para el corte ideal es entre 35% y 40% de materia seca. 
  • Tamaño de picado: se encuentra alrededor de los 15 mm (1,5 cm). Si bien el valor es importante cobra importancia la uniformidad del material ya que se logra una mayor facilidad de compactación, disminuyendo el oxígeno y logrando en menos tiempo el inicio de la fermentación necesaria para la conservación. Si el recurso se proyecta como aporte de fibra efectiva se debe regular la picadora para que el largo sea mayor a los 20 mm. 
  • Uniformidad de la andana: un volumen constante de material que ingresa a la picadora permite que los rodillos ejerzan uniformidad sobre el forraje y entreguen un material de picado uniforme. Materiales de tamaño desuniformes tienen consecuencias negativas que tiene la sobre la calidad del ensilado. 
  • Presión de llenado del silobolsa. En silos de pasturas realizados en silobolsas hay que tener especial cuidado en el llenado tanto del túnel de compactación como en la formación de la bolsa. Por la naturaleza del material este no fluye fácilmente lo que tiende a formar intervalos de sobre presión e intervalos de baja presión que dificultan la anaerobiosis requerida para la fermentación. 
  • Inoculación del material: si bien en el ambiente se encuentran los microorganismos responsables de la fermentación requerida para la conservación, mediante la provisión externa se asegura una mayor cantidad de estos. Una mayor concentración permite la mayor actividad y la reducción del tiempo requerido para iniciar el proceso.