Primero se debe entender de qué se trata un contrato de este tipo. Básicamente se trata de un acuerdo entre una sociedad o una persona que es dueña de un lote de vacas o con ánimos de comprar lote determinado y la deja por un tiempo pre pactado en un campo, cuyo dueño no es el mismo, sino al que se conoce como capitalizador, que es quien tiene la obligación, de además de poner el lugar, manejarlas y darles de comer de manera correcta.
Al terminar el contrato lo que se va a hacer es repartir las ganancias según lo que se acordó. Por lo general los resultados están atados al producto y no a un valor determinado. El valor del producto y la cantidad de producto, va a ser lo que determine la ganancia de ambos.
Cuando se habla de la persona que pone los animales, se habla de que es el capitalista; el dueño del capital. No necesariamente tiene que ser una persona que pertenezca al sector o que tenga experiencia en el propio manejo del negocio, sino más bien es alguien que no puede estar interesada en invertir en el sector, o puede ser si, alguien que por diversos motivos deba despejar parte de su campo y tenga que llevar las vacas que tenía en ese lugar, a otro campo.
Dependiendo de cómo vengan los valores de los animales es si el capitalista va a decidir salir a comprar las vacas a capitalizar, o conservar las que tiene y colocarlas bajo este concepto. Si el precio de compra es alto y el de venta es bajo, claramente va a optar por no salir a comprar los animales y conservar los que tiene.
En las épocas o periodos donde escasea el recurso forrajero, y los campos deben bajar su carga, es decir, tener menos animales por hectárea ya que no hay suficiente alimento para darles de comer, lo que sucede es que muchos productores salen a vender la hacienda.
Este aumento de oferta, por la propia naturaleza del mercado, lo que va a hacer es que el precio caiga, algo que obviamente el capitalista no quiere. Es por eso que capitalizar la hacienda, es una buena alternativa para cargar un campo ajeno y no el propio, ante una eventualidad situación de seca, por ejemplo.
Lo que puede suceder también es que la agricultura esté en un muy buen momento, y el capitalizador tiene vacas en suelos que son excelentes para producir agricultura, y tiene un costo de oportunidad muy grande en esa parte del campo, liberándose para sembrar y dividir la ganancia ganadera con otro productor, que puede ser, no tenga la posibilidad, debido a sus suelos, de competir con la agricultura.
Por otro lado, como se comentó anteriormente, a quien pone el campo se lo conoce como capitalizador. Esta figura es una persona o sociedad que tiene un campo, que por sus propios motivos, no lo tiene con suficiente carga y tiene alimento de sobra como para darle de comer a mas animales.
Puede tener problemas financieros que no le permitan pedir créditos para salir a comprar vacas y llenar el campo con sus propios animales, o mismo no le interesa y prefiere repartir el riesgo con otro productor que tiene una necesidad que él puede subsanar.
Claro está que para que este tipo de contratos funcionen ambos tienen que ganar y para que esto suceda la producción debe ser lo más eficiente posible, tratando de lograr la mayor productividad por unidad de superficie al menor costo posible.
Para que esto suceda se debe tener en cuenta que tipo de pastura se le va a dar a los animales y que animales van a ir a ese campo. Lo que puede suceder es que los animales que el capitalista tiene no sean los animales que se adapten correctamente al ambiente y al manejo del campo del capitalizador.
En este tipo de contratos es muy importante que ambas personas se conozcan y tengan confianza entre sí, ya que existen muchísimas variables que pueden hacer que el negocio sea tendencioso.
Se recomienda que todo quede por escrito, por más que se dé por sentado y se “caiga de maduro”; nada de palabra y todo aclarado de la mejor manera, y en un marco legal, para que tenga validez ante cualquier eventualidad.
Los usos y costumbres dicen que en los contratos de capitalización de cría, el mínimo para que pueda llegar a efectuarse algo recíproco para ambos y que sirva, es de tres años. Se debe aclarar todo lo que tenga que ver con los parámetros productivos como puede ser porcentaje de preñez al tacto, porcentaje de vacas paridas y porcentaje de terneros destetados.
Si bien los arreglos son individuales de cada contrato, en la jerga se tiende a hacer una repartición porcentual de los terneros, en donde entre el cincuenta y el cincuenta por ciento de los terneros que se produjeron van para el capitalizador y el cuarenta cinco o cincuenta por ciento para el capitalista.
En el caso de los terneros y el sexo, se tiende a dividir, la mitad de hembras y la mitad de machos para cada uno de manera equitativa.
En el caso de la invernada, en donde el objetivo de producción es diferente, que es básicamente engordar los animales y ganarles kilos, es más fácil en términos generales repartir las ganancias.
Lo que se hace es meter a los animales al campo, con un pesaje previo, y una vez que se termino el ciclo, se pesan los animales y se calcula cuántos kilos de carne se produjeron en ese periodo.
Como se comentaba en el caso de la cría, si bien los contratos son individuales y son arreglos propios que se hacen entre las partes, en términos generales en este tipo de contratos de capitalización para hacienda de invernada, de los kilos producidos, el sesenta o el sesenta y cinco por ciento son para el capitalizador y el resto para el capitalista.
Autor:
Director Gr-Global | Productor Ganadero
pm@gr-global.com.ar