Hay cantidad de técnicas que los ganaderos tienen para ser más eficientes a la hora de producir; las buenas prácticas de manejo enfocadas específicamente en el bienestar animal es una de ellas.
Hoy por hoy, este es un punto relevante en donde es clave hacer foco, no solo por los beneficios productivos que esto trae aparejado, sino también porque los consumidores están exigiendo cada vez más estas buenas prácticas y en donde la ética animal es una cuestión que está a flor de piel. Incluso con exigencias reglamentarias y legales para poder comercializar sus productos.
Se entiende al bienestar animal como la correcta armonía entre el ambiente en el cual el animal vive y su estado de salud, física y mentalmente hablando.
Es fácil entender que los trabajos a campo con golpes, picanas eléctricas y gritos hacen que el animal se estrese, así como los traslados agresivos y a las apuradas desde el campo al mercado y a los frigoríficos. Este estrés influye directamente en la calidad de la carne y sus derivados, además de la ineficiencia por parte del animal en cuanto a su productividad.
Si bien es muy difícil darle una definición puntual a lo que se debe entender como bienestar animal, hay ciertas cuestiones de común acuerdo a nivel global, que se deben respetar para poder determinar que el animal está en óptimas condiciones.
Estas son lo que se conoce como las cinco libertades, donde el animal tiene que ser libre de:
- Lesiones, enfermedad y dolor.
- Hambre, sed y desnutrición.
- Miedo y angustia.
- Sufrimiento térmico y físico.
- Poder manifestar su comportamiento natural
Hay algunas regulaciones que pueden ser puntuales para cada uno de los criterios, siendo otros más difícil de regular y generalizar. Por ejemplo, en Europa, los animales no pueden estar en los camiones durante más de ocho horas.
Para que se pueda entender esto, se hicieron estudios en donde se midieron la cantidad de corticoides en sangre de terneros y se demostró que se estresan más en los traslados en camión que cuando los capan o les sacan los cuernos.
Con respecto al lugar en el cual deben vivir las vacas, se dice que para que pueda expresarse de manera natural su espacio tiene que ser lo suficientemente espacioso como para que pueda echarse, pararse y asearse.
Es muy difícil mensurar cuánto se pierde a causa del maltrato animal o lo que se deja de producir a causa de este. Las pérdidas pueden venir tanto dentro del campo, como tranqueras afuera en los frigoríficos.
Antes de que el animal sea faenado, si es expuesto a una situación de estrés durante un tiempo largo, va a hacer que esa carne sea de color oscuro y por consiguiente de menor calidad. Lo mismo pasa si a la hora de la matanza, el animal está estresado, la carne va a ser menos tierna.
Más allá de las cuestiones éticas, el ganadero debe cerciorarse de que el animal esté en un ambiente óptimo donde pueda expresar su potencialidad, ya que los beneficios bajo estas condiciones son más que notables y no solo económicamente hablando.
Un animal que se encuentra bajo las cinco libertades hace que se enferme menos y haya un menor gasto en cuestiones veterinarias, que haya menores porcentajes de muertes, engordes más rápidos y eficientes.
Esto trae aparejado a que el personal no haga trabajos que puede evitar y se fatigue menos, siendo más pacientes a la hora de trabajar, tratando a los animales de mejor manera.
Para poder manejar a la hacienda de manera correcta es importante conocer cómo se comportan.
Son animales gregarios, es decir que viven en comunidad y es ahí donde se sienten seguros y fuera de peligro. Este instinto hace que cuando están separados de su manada, su comportamiento sea más alterado, es por eso, que cuando se hacen los trabajos, se tiende a juntar a toda la tropa, ya que en conjunto es más fácil manejarlos.
Cuando se debe tratar a un solo animal y no hace falta juntar a todo el grupo para tratarlo, lo que se hace es simplemente apartarlo con dos o tres animales más para que no se excite y haga del trabajo una tarea complicada y evitar el movimiento de la tropa entera.
Esto es importante a tener en cuenta ya que muchas veces, quien trabaja en el campo, quiere curar ese animal de manera solitaria, a lazo, provocando posibles lesiones tanto del como del animal y también el agotamiento innecesario que puede desembocar en otro tipo de problemas.
Dependiendo del temperamento del animal, si bien no es su instinto, en estas situaciones donde se ve acorralado, es capaz de atacar al operador. Sin importar si está montado a caballo o no. Es muy común, que la vaca “tope” al caballo, y el caballo caiga y apriete al jinete; son accidentes más comunes de lo que se suele pensar.
Por su naturaleza de no ser un depredador, al ver al hombre, que si lo es, tiende a escaparse. Hay algo que se conoce como la zona de fuga, que es la zona en la que el animal detecta el peligro y tiende justamente a fugarse. Para el manejo de la hacienda es muy importante conocer esto, ya que uno puede caminar alrededor de la vaca sin que se escape, hasta que llega al límite perimetral de esta zona nombrada anteriormente como zona de fuga. Se debe trabajar a la hacienda desde el borde perimetral para que se la pueda arrear de una manera fácil.
Si se sobrepasa la zona de fuga se entra en lo que se conoce como zona de lucha, en donde el animal se da vuelta, y coloca su cabeza en dirección al trabajador, haciendo difícil el laboreo de moverlas de lugar.
Esta zona no es igual en todos los bovinos sino que depende de la mansedumbre y carácter del animal. Las buenas prácticas hacen que el animal se amanse, y confíe en el trabajador, pudiendo acercarse y trabajar de una manera amena, sin gritos, ni golpes ni nada que haga que el animal se estrese.
Autor:
Director Gr-Global | Productor Ganadero
pm@gr-global.com.ar