Análisis de suelo en las producciones ganaderas ¿es algo necesario?¿aporta valor?

Saber de una manera certera las condiciones en las cuales se encuentra el suelo en donde uno va a producir, es clave para tomar buenas decisiones y que se vean reflejadas en la producción.

La analogía puede hacerse con la salud de un deportista. Se le hacen análisis para ver las condiciones en las cuales se encuentra, y así poder determinar su rendimiento. Lo mismo sucede con los suelos, se le debe hacer un análisis para conocer sus limitaciones y poder determinar los laboreos a hacer.

Si bien hay formas empíricas de poder determinar el estado y la situación del suelo, un análisis de laboratorio para poder conocer con números concretos el estado es la mejor opción.

Desgraciadamente es una práctica que en ganadería no se utiliza de una manera muy frecuente como es el caso de la agricultura. Esto se debe a que a veces no se suele ver a las pasturas y a los forrajes con la misma mirada que a la agricultura convencional. 

Esto en parte sucede porque no existe una correcta cuantificación del forraje, haciendo que no se vea el costo de oportunidad por una buena decisión, de por ejemplo, una fertilización.

A largo plazo esto puede ser una problema, ya que desemboca en un futuro en una degradación del suelo y escasez de nutrientes esenciales para la producción.

El mejor momento de hacer el análisis es antes de empezar a producir, y no cuando se empieza a pensar que existe algún problema o algún déficit de nutrientes.

Las muestras que se toman son tan importantes como la decisión de hacerlo. Tomar muestras correctas y representativas va a ser clave para que los resultados reflejan con certeza la situación del lote y del campo en general.

Un buen almacenamiento de la muestra y la seguridad de que conserve sus cualidades y características desde que se tomaron y sacaron del campo hasta que se llevaron al laboratorio es muy importante para reducir el error.

Es recomendado a veces consultarle al laboratorio antes de hacer las muestras para que nos recomiende o nos dé un protocolo de muestreo, como a su vez, una recomendación de que tipo de análisis hacer.

Esto se debe a que las características del suelo van variando y no son estáticas a lo largo de todo el año y en todas las estaciones. Es el resultado de muchas características que interactúan en conjunto dando distintos resultados. Si bien hay algunas que sí son variables estáticas que no cambian en periodos de tiempo corto, otras sí lo son.

La consulta al especialista en el laboratorio expresándole el interés y el objetivo por el cual uno quiere hacer el análisis de suelo, va a ser fundamental para poder determinar si con una sola muestra y análisis se puede trabajar con certeza, o si es necesario hacer más de un análisis, en determinados momentos.

Los datos y los resultados que se reciben del laboratorio deben ser interpretados por una persona idónea, ya que los datos por sí solos no tienen ningún valor. 

Cuando los parámetros de interés, están más lejos de lo que uno pensaba, mayor es el impacto que tiene el hecho de haber realizado el análisis.

Como se comentó anteriormente, dependiendo del análisis y el objetivo del análisis, va a ser la época en la cual se realice y la frecuencia con la cual se deba hacerlo.

Los objetivos más comunes que se tienen a la hora de pensar en un análisis es para caracterizar el lote, la adaptabilidad para los cultivos y la siembra de los mismos.

Si se quiere conocer la adaptabilidad del lote para los cultivos, analizando la cantidad y el porcentaje de materia orgánica presente y el nitrógeno total disponible, la mejor época para realizarlo es en el otoño o en la primavera, con una frecuencia de cuatro años para poder conocer su evolución.

Cuando el fin que se tiene es para hacer cultivos de ensilaje como sorgo o maíz, en donde se hacen análisis de nitrógeno de nitratos y nitrógeno de amonio, la época de análisis debe ser a la hora de la siembra o cuando la planta presenta entre cuatro y seis hojas verdaderas.

Este tipo de análisis se los debe hacer de manera anual.

Uno de los elementos que más limitan en las producciones y en la siembra de pasturas es el fósforo, el cual, al tratarse de un nutriente poco móvil, o nulo, es decir, que no se lava, se debe analizar cada dos años y lo ideal es realizarlo en el otoño, en la primavera, o si la siembra se encuentra por fuera de este periodo, hacerlo al momento de sembrar.

Lo mismo sucede con el pH, que se realiza para poder caracterizar al lote y para poder determinar la viabilidad de la siembra de las pasturas, el cual se debe hacer por primera vez cuando se va a entrar con una pastura, y luego cada cuatro años para poder determinar si se mantuvo.

Con respecto a las características principales que hacen a la caracterización del lote, como son la conductividad eléctrica, la capacidad de intercambio catiónico, nutrientes disponibles como calcio, magnesio, sodio y potasio, se deben hacer con una frecuencia, o lo ideal sería, de cuatro años en los periodos primaverales u otoñales.

Se debe tener en cuenta que todas estas cuestiones nombradas anteriormente son más bien parámetros y recomendaciones promedio que dependen de cada establecimiento y cada zona en la cual se va a producir. Los resultados de los análisis son los que van a determinar la frecuencia y la necesidad de los mismos, como así también el uso del lote y el tipo de objetivo y mirada que tenga el productor.

En ciertos casos, se pueden hacer análisis complementarios para que ayuden a tomar decisiones y no tener que hacer nuevamente una revisión completa, sino más bien de temas puntuales que hacen ruido.

Sin duda, un buen análisis y saber en donde se está parado es una excelente herramienta para el ganadero para poder tomar decisiones, sembrar una buena pastura, y lograr que le dure muchos años brindando pasto tanto en cantidad como en calidad.

Autor:

Piero Montelli

Director Gr-Global | Productor Ganadero

pm@gr-global.com.ar