Los nuevos avances en la ciencia arrojan resultados que muestran la incidencia del nivel nutricional del vientre en el desempeño posterior de la cría. No solo en el aspecto inmediato sino en la funcionalidad de ese animal como futura madre, por ejemplo.
Se define a la programación fetal como la respuesta a un estímulo que se registra durante un periodo crítico del desarrollo fetal. Este estímulo altera el desarrollo de manera de manera cuali, cuantitativamente o ambos. Estos efectos son de carácter permanente durante la vida del animal.
Este concepto surge de la medicina humana cuando se asocian variables como bajo peso al nacer de los recién nacidos con una deficiente alimentación de la madre y su incidencia en la presentación de ciertas enfermedades durante la vida adulta de estas personas recién nacidas. Para el caso de los humanos las afecciones que tenían mayor registro eran enfermedades coronarias, diabetes, accidentes cerebro vasculares, hipertensión, entre otras.
Revisiones bibliográficas dieron lugar al concepto de retraso del crecimiento intrauterino, el cual se relaciona a daños en el crecimiento y desarrollo del embrión y/o feto o sus órganos vitales durante la preñez en los mamíferos.
Programación fetal y producción bovina
Varios son los factores que inducen el retraso del crecimiento fetal. Estos pueden ser de naturales y ambientales (estrés calórico, subnutrición, sobrealimentación, toxinas, enfermedades, entre otros).
En la producción bovina es reciente la vinculación entre el desempeño productivo posterior al nacimiento y la programación fetal. Los estudios, en su mayoría se orientan al análisis del efecto de la subnutrición durante la gestación y su efecto en la cría. El proceso afectado en mayor parte es el incremento en el número y tamaño de las células (crecimiento) y los cambios en la función y la estructura de dichas células (desarrollo).
Tanto el crecimiento como el desarrollo estás influenciados por factores varios como madurez materna, factores genéticos, epigenéticos, ambientales, etc. Estos factores afectan a la placenta y las funciones que esta tiene en el transporte de nutrientes y oxigenación al feto, así como la disponibilidad de nutrientes y las vías metabólicas. A su vez, la placenta tiene un rol fundamental en la regulación del crecimiento fetal.
El nivel de alimentación que recibe la madre, como se mencionó repercute en el desarrollo del feto originar complicaciones posnatales. Entre ellas se destacan el lento crecimiento, disfunciones en el aparato respiratorio y digestivo, aumento de la mortalidad neonatal, incremento en la deposición de grasa en edades tempranas, menor calidad de carne, variaciones en el diámetro de la fibra. Se observa que algunas de las anteriores consecuencias inciden en la viabilidad del ternero/a, mientras que otras lo hacen a nivel de producto comercial que pueda lograrse. Por ejemplo, un animal con deposición temprana de grasa puede no alcanzar un peso para faena mínimo. Otro caso puede darse con animales con menores diámetros de fibra muscular, los cuales pueden no dar con los requisitos de conformación o características de los diferentes cortes.
El desarrollo del músculo esquelético se presenta mediante ondas. La primera de miogénesis (formación de tejido muscular esquelético) se produce en entre los dos primeros meses de gestación. La segunda, presenta una mayor importancia, se produce entre el segundo y octavo mes de la gestación. Ya en el mes nueve se da el fenómeno de hipertrofia de estas fibras musculares. Hacia mitad de la gestación se producen también la adipogénesis (formación de células del tejido adiposo) en el feto, alcanzando un pico durante los dos últimos meses de la gestación. Como puede observarse en esta descripción de los procesos biológicos que ocurren en el feto, hay una superposición de ellos que requiere de nutrientes para poder realizar correctamente su desarrollo sin comprometer la viabilidad del feto ni la vida futura del recién nacido.
En el momento del nacimiento la cría ya tiene definida la cantidad de fibras musculares y de tejido graso en las cuales podrá depositar nutrientes. En caso de un vientre que haya sufrido restricciones alimentarias, una corrección en el plano nutricional de la cría no revierte las diferencias con las que va a contar en cantidad de células, fibra o tejido. A su vez, dentro de la prioridad en la asignación de nutrientes que lideran otros órganos como el cerebro, corazón e hígado durante la etapa fetal, el desarrollo muscular en este momento es significativamente vulnerable a las deficiencias nutricionales durante la gestación.
Algunas experiencias
Freetly et al. (2000) evaluaron la variación en la condición corporal, la tasa de preñez el momento de ocurrencia de la variación en el peso vivo y el tamaño y cantidad de fibras musculares. Si bien no se registraron diferencias en las tasas de preñez, si hubo diferencia significativa en el peso al nacimiento, a los 28 días de edad, en el número y tamaño de las células. En todos los casos, el tratamiento en el que la vaca perdió condición corporal los dos últimos trimestres de gestación y hasta el día 28 de lactancia, presentó las menores performances.
En estudios realzados sobre novillos en engorde provenientes de vacas alimentadas al 70% del requerimiento de proteína durante la gestación presentaron menor grasa subcutánea y marmoreado que aquellos provenientes de vacas que no tuvieron restricción.
Se ha encontrado que el feto ya presenta susceptibilidad a la ingesta de proteína de la madre a partir del día 39 de su gestación. Esto implica que una limitación en la provisión de proteína podría ser compensada por un aumento en el segundo trimestre, sin embargo, esta compensación es depende de cuál ha sido el nivel de restricción.
Se ha registrado alteración en el desarrollo tanto de los testículos como de los ovarios en casos de subnutrición proteica. En el primer caso este desarrollo ocurre a partir de los 45 días de gestación. En el segundo se da a partir de los 50 a 60 días.
Conclusión
El retraso del crecimiento intrauterino reduce la supervivencia neonatal y posnatal y condiciona la eficiencia a la hora de evaluar la alimentación de los terneros y terneras.
Los efectos de la subnutrición son más notorios cuando se producen en el periodo de mayor crecimiento placentario.